miércoles, 30 de abril de 2008

NOUVEL

El arquitecto está en una situación muy particular; no es un artista en el sentido tradicional, no es alguien que medita ante la hoja en blanco, no es alguien que medita ante su tela, a menudo lo comparo con el realizador cinematográfico porque tenemos poco o mas o menos los mismos apremios; nos encontramos en una situación en la que debemos producir, en su tiempo determinado, con un presupuesto dado y para determinadas personas, un objeto. Y trabajamos con un equipo. Estamos en una situación en la que vamos a ser censurados, de manera directa o indirecta, en nombre de la seguridad, en nombre del dinero, incluso en nombre de una censura que es reconocida. (...) Es preciso o no emplear la palabra "concepto"? Entonces después uno puede preferir hablar de "percepto " y de "afecto" en referencia a Deleuze, pero el problema no está allí. El problema es poder articular cada proyecto con un concepto o una idea previa, con una estrategia muy particular que pondrá sinergia -o bien a veces en contradicción- percepciones que van a entablar entre ellas una relación y que van a definir un lugar que no conocemos. Siempre estamos en el dominio de la invención, en el dominio del no saber, en el dominio del riesgo. Ese lugar que no se conoce, si se lo esclarece, podria ser el de cierto secreto. Y podria, a partir de allí, transmitir cosas, cosas que no dominamos, cosas que son del orden de lo fatal, que son del orden de lo voluntariamente incontrolado. Es preciso encontrar una dosificación entre lo que controlamos y lo que provocamos.(...)

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